Como una copa negra que bebían temblando

Escrito por: Vicente González, Equipo Cineclub Sala Sazié

Por una invención caprichosa ella dio origen al tiempo, dado que, sin éste, no posee la habilidad de tocarnos. Independientemente de si queremos o no ser alcanzados, no reside en nosotros el resultado final de dicho capricho. Puede ser horrible, doloroso o, por el contrario, hasta tranquilizador. Eso no quita que pueda ser espectacular.

Inferno, estrenada en 1980, dirigida y escrita por Dario Argento, toma como protagonistas a dos hermanos, Rose y Mark Elliott. Rose quien, gracias a su profesión de poeta, adquiere un libro llamado Las tres madres, de parte de un extraño y sospechoso anticuario, comienza a investigar la existencia de las tres madres del mal dado que está completamente convencida de que el edificio en el que vive es la residencia de una de las brujas. Ante su temor y deseo de descubrir la verdad, le envía una carta a su hermano Mark, estudiante de musicología en Italia. Este, luego de experimentar una serie de muertes en su entorno cercano relacionadas a lo escrito en la carta, decide visitar a su hermana en américa. Mark experimentará, de la mano de su peor cara, una serie de sucesos aterradores y sanguinarios de los que difícilmente podrá escapar él o cualquiera de los personajes en su círculo.

Como primer acercamiento a la filmografía de Argento, Inferno puede ser un trago demasiado intenso y desconcertante dado que, de una manera poco convencional, la trama de ésta ya había comenzado antes de iniciar la película, provocando un desaire a nivel intuitivo y una indudable desorientación. Esto se explica debido a que la cinta forma parte de una trilogía (cada cual, tomando como personaje una de las brujas del mal), la cual nació con el éxito en la taquilla de Suspiria (1977), y finalizando años después con La terza madre (2007).

Con lo anterior, el inicio no es lo único que está deliberadamente puesto con calzador, sino que su final hace lo propio y de una manera aun más abrupta. Estos rasgos generan una distancia con el canon narrativo y se complementan de una manera atípica con elementos visuales como la puesta en escena del arte y la iluminación, dado que ambos terminan por generar un espacio totalmente artificial, edificaciones con perspectivas engrandecidas, edulcoradas por el exceso de azules y rojos, combinadas con elementos precisos, así como poco sutiles de producción, generando una estética clásica y fantástica del inconsciente colectivo a la hora de pensar construir la imagen de una bruja y todo lo que la rodea en su espacio más íntimo, como ollas burbujeantes, una plaga de insectos y ratones o, los infaltables gatos.

Los personajes son conducidos voluntariamente por el destino del creador con sed de terror hacia lugares poco convencionales y aparentemente inconexos, así, estos se pasean por espacios laberínticos y hostiles. No solo la película juega con la sospecha y la desconfianza hacia sus personajes secundarios, sino que en gran parte de la película no existe un villano o antagonista reconocible, es más, se puede decir que la amenaza se da en sí debido a su incapacidad de definición física. Y por el lado de los protagonistas y personajes de apoyo, estos no perduran ni ejercen lo suficiente como para inclinarse hacia ellos, por lo que en ninguno de los dos “bandos” se genera una cierta empatía.

Recursos poco utilizados o, mal vistos, también mantienen una fuerte presencia y no se pueden dejar de lado. Los grotescos primerísimos primeros planos como yuxtaposiciones de planos más abiertos, los cortes rápidos a valores de planos similares, o el uso del sempiterno zoom, generan en la mayoría del mundo cinéfilo cierta distancia y son tildados como propios de una mala cinematografía y/o del llamado Cine B, y no es de extrañar que apreciaciones como esas nazcan de esta cinta dado que Argento expresa su sentido respeto por su mentor y pionero del Giallo, Mario Bava, quien no solo participó en los efectos especiales de Inferno, sino que también (según se cuenta), dirigió gran parte de la película por petición de Argento dado que éste estaba lidiando con una gravísima hepatitis, algo que sin duda y para los que la han experimentado, es muy parecida a una de las tres madres.

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