Escrito por: Vicente González, Equipo Cineclub Sala Sazié
Ya sea tiempo, edad, sexo, género, clase social y un largo etcétera, el talento no discrimina recipiente, mucho menos los gustos. No todo lo masivo es bueno, así como no todo lo de nicho es sublime. De la misma manera, que algo sea comercial y posea esto como fin último, tampoco convierte al producto en una aberración y un virus para los cerebros de los entes pensantes. En gustos los colores, así como existen y existirán infinitas formas de obrar de manera independiente, también existirán las de subsistir a través de la sucia y diabólica industria. Lo único que importa es el deseo y el objetivo que se esconde detrás del discurso, ese discurso que solo está ahí para justificar y esconder nuestra vergüenza de poseer dicho deseo.
Bestiario del Ruido, estrenada en 2022 inicialmente como una serie televisiva, dirigida por Susana Díaz, aborda a través de nueve capítulos el móvil y la filosofía de distintos artistas musicales en la esfera industrial independiente, una muestra y un rescate de artistas ajenos, en cierta medida indefinibles y desconocidos para la epidermis social,
pero determinantes para sus respectivas escenas. Un acercamiento personal e íntimo del cómo hacer música.
Cabe resaltar como puerta de entrada el tipo de montaje que, si bien no se inventó en la década de los noventa como piensan algunos, sí quedó marcado en el inconsciente colectivo gracias a su explosión en la cultura popular al mezclar distintos dispositivos y formatos con una estética aparentemente desprolija (nada más alejado de ello) y remitir constantemente a distintas piezas inconexas en esencia, mas no en su objetivo.
Lo anterior es un acierto dado que dicha estética ha venido permeando la cinematografía por más de tres décadas y en la actualidad a nivel globalse sigue diversificando y evolucionando gracias a la proliferación de plataformas y el desmedido alcance de las técnicas y conocimientos hacia personas que tienen en su haber el material ajeno dentro de la cada vez más infinita red. Así, dicha puesta en escena atrae y cautiva instantáneamente gracias a su cercanía e inmensa personalidad, sin embargo, el hecho de presentar esta obra como un largometraje y no en capítulos con un rango de tiempo importante entre sí, como originalmente se hizo, le juega en contra dado que se diluye rápidamente y termina por hastiar luego de sus primeros exponentes. Afortunadamente, ante este problema, Bestiario del Ruido sabe adaptarse y ajustarsu ritmo conforme las distintas figuras artísticas van apareciendo, así, una estética hardcore se distancia de su contraparte pop, sin dejar de pertenecer y aportar al fin último.
Algo curioso es la manera en la que se presentan las y los distintos protagonistas de sus respectivos capítulos. Contrario a lo que comúnmente se espera, aquí las figuras artísticas se presentan no de manera introductoria a un potencial público ajeno, sino que lo hacen como si ya los conociéramos, y lo que relatan en sus cápsulas es una introducción y explicación del siguiente paso en el que están o darán en sus carreras. Esto contribuye al hecho de que, así como las y los protagonistas de la película, existen muchísimos otros exponentes que llevan años aportando al medio musical desde sus esferas y a su manera, y no es la radio ni la gran industria la que se encarga de ponerlos en el plano de la existencia una vez que son “descubiertos”.
Artistas como ellos existen y seguirán existiendo, porque oídos hay por millones, desde gente promedio intentando ser y sonar superior a dicho promedio, hasta gente efectivamente capaz que simplemente quiere obrar a su antojo, les guste a otros o no, independientemente de si desean ir en contra de un enemigo autoimpuesto como la industria, la cual utiliza y desecha a su antojo a quien le sirve, tanto como cualquier consumidor puede desvirtuar el deseo y el discurso del artista a su antojo, y no habrá nada que dicho artista pueda hacer.
